La doble jornada, la carga mental y también la autoexigencia, sobre todo en el ámbito laboral, derivada de los estereotipos de género, les roban el tiempo libre
Madrid – 21 AGO 2022 – 05:30 CEST
Rosario Torres dice que “sí”, que está ella “como para pararse ni a pensar”. Con 52 años, dos hijas “ya creciditas” pero aún bajo su techo, dos perros “de los que se encapricharon un año antes de la pandemia”, y su marido trabajando la mitad del día —”12 horas, literalmente”—, “cómo cree nadie” que ella puede tener “un solo minuto”. Lo que sí tiene son dos trabajos de limpieza y come de camino de uno al otro: “En realidad tengo cuatro: los dos que me pagan, la casa y los perros”. Rosario no sabe lo que es tener un ratito para ella, “ni hablar de holgazanear”. ¿Y si dejase alguna de sus tareas un día para hacerla al siguiente? “Lo que yo hago todos los días tiene que hacerse todos los días porque nadie más lo va hacer y, si no, estaría acumulando hasta el día que ni duerma”.
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