La pereza no siempre se manifiesta como pereza en la acción, sino como pereza espiritual y psicológica, como una dificultad para mirar dentro de sí y una pérdida del sentido de ser, que se sustituye por una acomodación a lo terrenal.
Pasó el confinamiento duro, la desescalada y el verano se esfumó de la mano de la segunda ola o como cada político o científico la denomine. Ha llegado el otoño y la sociedad se encuentra en un escenario socioeconómico y personal como mínimo arduo y de duración imprevisible. No es que no haya un liderazgo político, tampoco lo hay moral o científico. Y el gran problema para una sociedad es la falta de esperanza.
Si hay una cosa que nos estresa es pensar en aquello que puede ir mal en el futuro. Si hay algo que podemos hacer para aliviarlo, en caso de que ocurriera, es asumir que todo es temporal
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El País/BuenaVida/Psicología/Mariana Gálvez/03.10.2020
Durante los últimos meses hemos aprendido a ponerle todo tipo de apellidos al confinamiento. Está el total, el selectivo, el domiciliario y, ahora que el Gobierno ha anunciado un aumento en las medidas de restricción y movilidad en Madrid, el perimetral. Ha sido salir en la televisión y sucederse las historias de personas que buscan billete para dejar atrás lo antes posible de las grandes ciudades. Lo curioso es que muchos de los que están sintiendo cómo el desasosiego crece en su interior no tenían ningún plan de abandonar su municipio. ¿Por qué, entonces, esa reacción? ¿Por qué estresa tanto la ‘ansiedad perimetral’?
Todavía hay quien confunde esta enfermedad con tristeza o la asocia a debilidad personal
Los datos son apabullantes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión afecta a más de 300 millones de personas en todo el mundo, lo que quiere decir que una de cada cinco personas la padece. Tras el confinamiento y la crisis sanitaria y social que está implicando la Covid-19 las cifras se han disparado hasta llegar a un 20% más de enfermos.
Y, a pesar de ello, la depresión sigue siendo poco comprendida y está rodeada de mitos que no favorecen precisamente el bienestar de quienes la viven. Hoy se celebra el Día Europeo de la Depresión, una jornada destinada a ampliar la conciencia y el conocimiento alrededor de un trastorno todavía estigmatizado por una parte de la sociedad.
La lujuria se manifiesta como una tendencia al exceso y una búsqueda vengativa de verdad y justicia. La pasión de intensidad compensa una oculta falta de viveza interior. Hay una exageración de la necesidad y un impulso a seguir la acción que lleva a satisfacerla. En esta acción no hay límites ni culpas, es como si el lujurioso se sintiera con derecho a hacer lo que desea por cualquier medio.