Internet, el teléfono y las redes afectan a nuestra memoria. La psicóloga Julia Shaw analiza en su nuevo libro los mecanismos psicológicos y físicos que influyen en nuestro modo de recordar
LOLA GALÁN18 JUL 2021 – 05:30 CEST

Somos nuestra memoria. Somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Difícil encontrar una definición mejor de la memoria que la que ofrece Jorge Luis Borges en este poema. Recordar, una función esencial de nuestro cerebro, es comprobar también la fragilidad de nuestra memoria. Lo errónea que puede ser, lo vulnerable a contaminaciones a partir de lo recordado por otros, o incluso lo capaz de elaborar recuerdos falsos, como demostró la psicóloga Elizabeth Loftus. Los errores de la memoria son la norma y no la excepción, porque las experiencias de nuestra vida no quedan grabadas en nuestra mente, ni el pasado puede ser rebobinado sin más, sino que se almacenan en múltiples fragmentos, y, con el paso del tiempo, esos fragmentos desdibujados pueden recombinarse de un modo distinto a como ocurrieron los hechos en su día.
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