Una situación extrema impacta negativamente, pero la definición de trauma ha cambiado a lo largo del tiempo y ahora manejamos una acepción que tiene en cuenta la vivencia subjetiva
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Los efectos del trauma psíquico sobre la salud física y mental están demostrados. En concreto, haber vivido un trauma en la infancia se asocia a padecer con mayor probabilidad obesidad, hipertensión, diabetes, ictus, enfermedades cardiovasculares y muchos tipos de cáncer. Aunque nos ha costado admitirlo, ya nos lo creemos: el ambiente (traumático) influye en la mente; y la mente en el cuerpo, y viceversa. Por eso, los médicos del siglo XXI deben saber cada vez más de emociones y vivencias (la nueva medicina narrativa), y los psicólogos deben conocer mejor las respuestas neuroendocrinas al estrés, su influencia sobre el sistema inmune. En definitiva, el sustrato biológico que hace que “la mente” no sea un ente abstracto que salga de la nada, sino de un organismo muy interesante resultado de la evolución.
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