Cualquier persona puede sufrir ansiedad en algún momento de su vida. Este sentimiento de miedo y temor e inquietud a veces se manifiesta en forma de sudores o palpitaciones. Aunque a veces es una reacción normal al estrés y ayuda a enfrentar una situación concreta, para algunas personas resulta realmente abrumadora. EL PAÍS se ha puesto en contacto con seis profesionales de la psicología para saber cómo actúan cuando tienen ansiedad y qué trucos utilizan para cuidar su salud mental.
La ansiedad es una respuesta fisiológica, cognitiva y conductual del organismo. Es decir, se experimentan una serie de síntomas físicos, como son el aumento de la tasa cardiaca o la sudoración; cognitivos, como las preocupaciones, y conductuales, que principalmente se representan en la evitación de determinadas situaciones que nos resultan amenazantes, y que pueden provocar la aparición de los síntomas que acabamos de comentar. Eso, en general, es la ansiedad.
Estos dos trastornos aumentaron considerablemente con la pandemia. Así puedes detectar si sufres alguno de ellos
Síntomas de ansiedad y depresión
ABC SALUD
24/10/2022 a las 10:24h.
Cuidar la salud mental es fundamental para nuestro bienestar general. La pandemia ha tenido un impacto importante en el aumento de la depresión y la ansiedad en la población. Según un informe publicado en The Lancet, en el mundo se produjeron, en 2020, 53 millones de casos de depresión adicionales debido a la pandemia, y 76 millones de ansiedad.
Un estudio advierte de que los menores con menos recursos tienen una probabilidad cuatro veces mayor de sufrir problemas de salud mental que aquellos que viven en hogares más acomodados
Dos niñas, en su casa durante el confinamiento por la pandemia del coronavirus en abril de 2020.ÁLVARO GARCÍA
A Judith le diagnosticaron depresión, ansiedad y trastorno adaptativo a los 11 años. “El tema del suicidio lo pensaba cada día, cada noche”, recuerda ahora con 18 años. También ha tenido trastornos alimenticios por el acoso al que se enfrentaba en la escuela, donde le hacían bullying. No obstante, consiguió ayuda y su estado mental estaba mejorando. Hasta que llegó la pandemia: “Me caí totalmente”. Judith le pone cara a otro problema más que la covid-19 ha agravado: las enfermedades mentales en la infancia y la adolescencia. Su testimonio está recogido en el último informe de Save the Children, en el que la ONG concluye que los trastornos mentales entre menores de 4 a 14 años de España se han triplicado desde 2017, el último daño con datos comparables, algo que la organización atribuye a la crisis del coronavirus. Además, se advierte de que los niños de las familias con menos rentas tienen más posibilidades de sufrir este tipo de problemas.
El aumento de despidos, los ERES y ERTES generan angustia, estrés y, cronificado en el tiempo, hasta depresión en los trabajadores. Hablamos con especialistas sobre cómo afrontar con la mayor entereza posible esta triste situación.
El día que despidieron a Manuela Álvarez en mitad de la pandemia, lloró. “No es por ti, Manuela, es la producción”, la intentó consolar la que había sido su jefa en los últimos cuatro años. Álvarez, que tiene 28 años, llevaba en su puesto desde que terminó la carrera de Administración y Dirección de Empresas. Con el miedo en el cuerpo de quedarse sin trabajo llevaba dos meses, desde que la empresa comenzó a advertir a los empleados con sutiles indirectas por el desplome de los ingresos. De pronto se vio encasillada. Estaba a punto de independizarse y sus planes se congelaron de cuajo. “Salí destrozada, lo vi todo negro. ¿Y si tardaba mucho en encontrar trabajo, y si se me acaba el paro, y si…?”. Pero Álvarez, culo inquieto, no se perdonó un respiro: “Al día siguiente ya tenía Linkedin abierto. Me ponía con el currículum de 09.00 a 14.00, y si a la tarde me iba a la playa a desconectar, nada, seguía enviando currículums desde el móvil. Me acostaba mirando Linkedin”. Quizá fuera el momento de dejar su ciudad natal, de ampliar la búsqueda a Andalucía, al resto de España. La ansiedad no le dio tregua. No fue la única.
ROCÍO CARMONA 26/10/2020 07:00 | Actualizado a 26/10/2020 07:50
¿Te cuesta concentrarte? ¿Te descubres a mitad de una tarea con la atención vagando por cualquier parte, tratando de obligar a tu cerebro a volver a fijarse en lo que estabas haciendo? Las notificaciones constantes, esa vocecilla interior que te recuerda la lista interminable de cosas que tienes que completar ese día… A menudo nos sentimos sobrepasados por un exceso de demandas y, por si fuera poco, cada vez confiamos más en el apoyo que nos brinda la tecnología para gestionar el día a día.
Pasó el confinamiento duro, la desescalada y el verano se esfumó de la mano de la segunda ola o como cada político o científico la denomine. Ha llegado el otoño y la sociedad se encuentra en un escenario socioeconómico y personal como mínimo arduo y de duración imprevisible. No es que no haya un liderazgo político, tampoco lo hay moral o científico. Y el gran problema para una sociedad es la falta de esperanza.
Si hay una cosa que nos estresa es pensar en aquello que puede ir mal en el futuro. Si hay algo que podemos hacer para aliviarlo, en caso de que ocurriera, es asumir que todo es temporal
PONOMARIOVA_MARIA /
El País/BuenaVida/Psicología/Mariana Gálvez/03.10.2020
Durante los últimos meses hemos aprendido a ponerle todo tipo de apellidos al confinamiento. Está el total, el selectivo, el domiciliario y, ahora que el Gobierno ha anunciado un aumento en las medidas de restricción y movilidad en Madrid, el perimetral. Ha sido salir en la televisión y sucederse las historias de personas que buscan billete para dejar atrás lo antes posible de las grandes ciudades. Lo curioso es que muchos de los que están sintiendo cómo el desasosiego crece en su interior no tenían ningún plan de abandonar su municipio. ¿Por qué, entonces, esa reacción? ¿Por qué estresa tanto la ‘ansiedad perimetral’?