
El miedo en este tipo no siempre se manifiesta, no siempre es observable, sino que puede ser sustituido por un estado de ansiedad que lo oculta y difumina. La ansiedad es como una alarma congelada ante un peligro difuso e imaginario. Dado que la vida, para este rasgo, siempre es amenazante busca algo o a alguien que lo pueda proteger o a quien proteger.
La profunda inseguridad del tipo 6 tiene su origen temprano en la necesidad de renunciar a los propios impulsos a fin de ser aceptado por el entorno familiar, unida al hecho de que esa renuncia, ese hacerse «bueno» consigue tanto la aceptación del entorno como un cierto apaciguamiento de la culpa.
El miedo a ser engañado y a cometer errores derivan de la ambivalencia de los mensajes recibidos en la infancia, que han generado una profunda inseguridad, falta de confianza y miedo a actuar espontáneamente al no poder predecir la reacción de los adultos ante la propia conducta.
– Comportamiento observable: inseguro, con dificultad para tomar decisiones que se combina con actitudes temerarias, en las que se libera del miedo, negándolo. Rebelde y fanático al mismo tiempo. La expresión del miedo a nivel conductual se manifiesta en indecisión, titubeo, paralización de la acción, evasión de las decisiones y del compromiso, pérdida de contacto con el impulso, exceso de precaución, propensión a la comprobación compulsiva, exceso de ensayos, dificultad en las situaciones no estructuradas, falta de autoconfianza. El temor paraliza e inhibe, y la inhibición de los impulsos alimenta la ansiedad. El temor es realmente un temor a los propios impulsos, a actuar espontáneamente. El temor va acompañado de suspicacia, de una actitud hipervigilante y suspicaz, siempre al acecho de significados ocultos, que servirían para interpretar de modo correcto la realidad, potencialmente peligrosa. Una búsqueda compulsiva de afecto que tiene como finalidades superar la ansiedad y aliviar la culpa. Función a cuyo servicio se pone también la rigidez y el excesivo sentido de la responsabilidad.
– Comportamiento interpersonal: cálido y seductor que adopta actitudes protectoras, como si en la protección a otro, supuestamente más débil, pudiera olvidar su inseguridad y su propia necesidad de protección. Junto a la actitud protectora aparece otra de intimidación belicosa, mediante la que el individuo compite, y que se manifiesta en actitudes críticas y escépticas frente a la autoridad. Hay una idealización, a pesar de esto, de las figuras de autoridad.
– Estilo cognitivo: cuestionador de los principios establecidos y buscador de verdades absolutas. De orientación teórica, buscando saber más, contar con la suficiente certeza como para actuar sin inseguridad. En su necesidad de respuestas para resolver sus problemas es cuestionador y filósofo, el más lógico y devoto de la Razón de los eneatipos. El temor le lleva a buscar refugio en la actividad intelectual. Apela en su búsqueda de certezas a la ayuda de algún sistema lógico, de la propia razón o de un guía.
– Autoimagen: en la imagen están muy presentes los sentimientos de culpa, que tienen que ver con las fallas en el cumplimiento de un elevado ideal de bondad. La culpa se manifiesta en la autojustificación defensiva que siempre conlleva una autoacusación. El individuo nunca está a la altura de sus ideales. La forma de apaciguar la omnipresente culpa se halla en los mecanismos de exculpación, como la proyección que permite poner al enemigo fuera, aunque el precio sea convertir el mundo en peligroso.
– Representaciones objetales: hay una tendencia idealizadora del otro que tiene un componente de envidia y que al mismo tiempo dificulta las relaciones cotidianas donde la idealización no se sostiene y genera una permanente insatisfacción y una búsqueda del objeto ideal. Ambivalencia emocional entre los aspectos de su personalidad seductores y agresivos, su tendencia a complacer y a contrariar, a obedecer y a rebelarse, que generan ansiedad y que, proyectados en el otro, llevan a admirar y a invalidar, a querer y a odiar, a no poder confiar.
– Mecanismos de defensa: los mecanismos más frecuentes son la proyección, como una manera de sacar fuera lo peligroso que se genera en el mundo interno, y la identificación con el agresor que produce conductas particularmente autodestructivas inconscientes.
– Organización morfológica: el aspecto físico presenta una cierta contundencia, que oculta el miedo y la inseguridad. La mirada es hipervigilante, como si tratara de descubrir peligros o intenciones encubiertas en los demás y de mantener el control. Hay una fuerte carga energética muy contenida, que no se corresponde ni se agota con la actividad.
– Estado de ánimo / temperamento: serio y suspicaz, dubitativo e irónico. Cambios frecuentes en el estado de humor que dependen de su ambivalencia emocional, del aspecto que predomine en cada momento. Toda clase de temores tienen cabida en su estado de ánimo: al cambio, a cometer errores, a la hostilidad del otro, a su propia hostilidad, a la soledad, al abandono y a abandonar, etc.
– Manejo de la agresividad: el propio miedo se canaliza en actitudes muy agresivas, muy diferentes de la actitud conciliadora y protectora habitual. Las explosiones pueden ser muy fuertes y temibles.
– Manejo de la sexualidad: el deseo sexual se combina con un ansia de fusión que aporta intensidad a la entrega en la experiencia sexual, único lugar donde los humanos podemos revivir la experiencia fusional. En el eneatipo 6, la ruptura de la situación fusional infantil, vivida con gran intensidad, resultó especialmente difícil, dejando como secuela el temor al abandono. Al entregarse, surge el miedo ante la posibilidad de volver a ser abandonado. La solución más fácilmente encontrada es abandonar, perdiendo el interés por el otro. Cualquier mínimo detalle que no encaje en el «ideal» sirve de justificación para alejarse emocional y físicamente.
LA PAUTA INFANTIL
El miedo básico de los Seis (no tener apoyo ni orientación y ser incapaces de sobrevivir solos) es un miedo muy real de todos los niños. Un bebé no puede vivir sin su madre y su padre; depende absolutamente de ellos. La mayoría de las personas han reprimido los recuerdos claros del terror de esa dependencia.
En cierto momento de su desarrollo, los niños pequeños hacen algo muy notable; pese a su enorme dependencia, comienzan a caminar alejándose de sus madres, a afirmar su independencia y autonomía; en psicología infantil esto se llama fase de separación. Uno de los ingredientes más importantes que ayudan al niño a encontrar el valor para separarse de su madre es la presencia de la figura paterna (no siempre el padre biológico, aunque suele serlo, es la persona que pone disciplina, estructura y autoridad en la familia). Si la figura paterna está presente de modo firme y constante, ofrece la orientación y el apoyo para que el niño se esfuerce por independizarse; le enseña los usos del mundo, lo que es seguro y lo que no lo es, y refleja la orientación y apoyo esenciales interiores del niño. Claro que para la mayoría de nosotros, este proceso ha sido menos que perfecto, con la consecuencia de nuestras inseguridades de adultos. Pero si bien todos experimentamos esto hasta cierto punto, los Seis lo tienen particularmente presente. Además, si el niño Seis percibe que el apoyo de su padre a su independencia es insuficiente, podría sentirse en peligro de verse avasallado por su madre y por todo lo que ella representa para él. Esto hace que se intensifique la necesidad de mantenerse en guardia, y le produce una fuerte ambivalencia y ansiedad respecto a la confianza, el cariño y la intimidad. Así, anhelan la aprobación y la intimidad, pero sienten la necesidad de defenderse de ellas al mismo tiempo. Desean ser apoyados pero no avasallados.
Para resolver ese dilema, los Seis tratan de formar una alianza con la figura paterna. Pero normalmente eso lleva a la ambivalencia; la figura paterna/autoridad parece o bien demasiado estricta y controladora o demasiado indiferente y no apoyadora. Muchos Seis acaban llegando a un acuerdo m cómodo: ofrecen obediencia externa pero conservan la independencia mediante rebelión y escepticismo interior, además de actos grandes y pequeños de pasividad-agresividad.
Añado a continuación un breve vídeo explicativo sobre lo que es el enegrama, creado por Jordi Pons, psicólogo de Barcelona, gran conocedor del enegrama, y muy activo en YouTube
Bibliografía
-Durán, C.; Catalán, A.: Eneagrama. Los engaños del carácter y sus antídotos. Ediciones Kairós. Primera edición: 2009.
-Naranjo, C.: Carácter y Neurosis. Una visión integradora. Ediciones La Llave. Primera edición: 1996.
-Don Richard Riso & Russ Hudson: La sabiduría del Eneagrama.
-Moriel, R.: Con los Pies en el Techo (Blog de Rafael Moriel). Eneagrama. http://rafaelmoriel.blogspot.com.es/p/eneagrama_14.html
-Peña, Alberto: Eneagrama: https://www.youtube.com/watch?v=f3quviXrczw
-Pons, Jordi: Eneagrama: http://www.psicologo-barcelona.cat/eneagrama/