
La avaricia se manifiesta como una actitud emocional de retención, de contención, que se complementa con una excesiva facilidad para resignarse y abandonar, para retirarse ante cualquier dificultad. Les resulta fascinante observar la vida, pero terrorífico participar en ella.
La actitud retentiva de la avaricia implica la fantasía de que dejar escapar algo sería catastrófico: el sentimiento de pobreza interior es tal que perder lo poco que se tiene es absolutamente temible, equivalente a quedarse sin nada. La avaricia del tipo 5 es, generalmente, inconsciente, mientras que el apego a la propia vida interior y la dificultad en la relación con el otro se encuentran más cercanas a la consciencia.
La frustración temprana de la necesidad y la excesiva intromisión parental llevan a una actitud de introversión y el sentimiento infantil de impotencia a la renuncia y resignación. La pesimista consideración de la posibilidad de recibir de fuera lo que se necesita, o de poderlo conseguir por sí mismo, la dificultad de poder confiar, induce al avaro a renunciar, a reducir sus necesidades como forma eficaz de evitar la frustración.
– Comportamiento observable: tímido e introvertido, poco expansivo. Tendencia al aislamiento. Manifiesta una gran sensibilidad a la invasión de su espacio, de lo que considera su intimidad y una dificultad en hablar de sus sentimientos, una falta de generosidad a la hora de darse, comprometerse. Muestra una actitud ahorrativa, en el sentido de la reducción de sus necesidades, justificada por la idea de que cuanto menores sean las necesidades, mayor será la autonomía. Una actitud de poca implicación en lo social, un deseo de pasar desapercibido como una manifestación de la timidez y la torpeza, la falta de habilidades sociales y, al mismo tiempo, como un seguro contra la invasión, un no despertar el interés de los demás, que, por otra parte, es su manera de llamar la atención.
– Comportamiento interpersonal: tendencia al aislamiento y dificultad en el manejo de las relaciones sociales, así como de las relaciones de intimidad. Un fuerte temor a la dependencia, que se traduce en un negativismo. El negativismo se manifiesta en no hacer lo que el otro espera, cualquier demanda es percibida como una obligación, como una atadura, que genera el deseo de escapar de ella. Al mismo tiempo pueden llegar a ser muy posesivos con las personas que han logrado entrar en su círculo íntimo.
– Estilo cognitivo: pensamiento fuertemente analítico y con tendencia a la abstracción. Puede describirse como un intelectual, con una fuerte orientación cognitiva, como si la actividad del pensamiento se convirtiera en una satisfacción sustitutiva, en una sustitución de la vida. El pensamiento prepara la acción que sigue postergándose, manteniéndose inhibida. Tiende a ser muy abstracto y a evitar lo concreto. Es un observador, un testigo de la vida que busca comprenderla más que vivirla.
– Autoimagen: muy necesitada y al mismo tiempo con un cierto orgullo de estar por encima de la necesidad. Se percibe a sí mismo como hipersensible, con una baja tolerancia al dolor y temor al rechazo. Lo que a nivel interno se percibe como autonomía es la necesidad de hacerlo todo sin apoyos exteriores, necesidad que resulta fuertemente idealizada como libertad y que, sin embargo, vista desde fuera es más bien una inhibición de las necesidades amorosas, un abandono de las relaciones y un refugio en la soledad.
– Representaciones objetales: los otros son personas de las que hay que defenderse porque si no invaden tu intimidad. Al mismo tiempo mantienen la ilusión de encontrar a alguien en el que de verdad se pueda confiar, alguien que sí va a solucionar todas las necesidades. Para que alguien alcance esa categoría ha de pasar tantas pruebas, atravesar tantas exigencias que, habitualmente, no llega a la meta. Cuando creen que han encontrado a esa persona se vuelven muy posesivos.
– Mecanismos de defensa: el principal mecanismo es la disociación o el aislamiento en el que las experiencias quedan disociadas del fluir de la vida y, al mismo tiempo, aisladas entre sí.
– Organización morfológica: la constitución física más habitual es la apariencia de cierta debilidad, de fragilidad, como si fueran a quebrarse. Aunque hay cuerpos de este eneatipo que resultan más atléticos, ello no implica que la carga energética sea fuerte. La mirada es escrutadora y, a veces, perdida, como si estuviera en otro lugar.
– Estado de ánimo / temperamento: dominado por la introversión y la desconfianza, el negativismo y un cierto sentimiento de vacío.
– Manejo de la agresividad: la forma más habitual del manejo de la agresividad es la distancia, es dejar al otro sólo con sus reclamos, sus deseos, sus enfados. Es una actitud de autoprotección en la que nada de lo que le pase al otro, de lo que me diga o de lo que me haga va a encontrar respuesta en mí.
– Manejo de la sexualidad: Hay un juego de seducción desimplicado como si no hubiese interés en conquistar. Incluso la alusión a las dificultades personales, con una intención aparente de ahuyentar al otro, consigue frecuentemente el objetivo inconsciente de seducirlo. El misterio que envuelve a estas personas por su característica introversión se convierte en un elemento de fuerte atracción. Despiertan con facilidad el deseo de protegerlos, cuidarlos y descubrir su sexualidad y ternura. La apariencia desvitalizada esconde una sexualidad posesiva que puede llegar a ser muy desinhibida.
LA PAUTA INFANTIL
Los Cinco suelen decir que cuando eran niños no se sentían seguros en sus familias; temían ser abrumados por sus padres, y por eso comenzaron a buscar algo que les permitiera sentirse seguros y confiados. Primero se apartaron de su familia, se retiraron a su espacio privado, mental, física y emocionalmente. Después desviaron la atención de sus necesidades personales y emocionales para centrarla en algo «objetivo». Los niños Cinco pasan mucho tiempo solos; son niños callados que no suelen jugar con los demás; prefieren ocupar la mente y la imaginación leyendo, practicando con un instrumento musical, jugando con un ordenador, coleccionando insectos o plantas, o entreteniéndose con juegos de tablero o con experimentos químicos. Es común encontrar niños Cinco que están excepcionalmente avanzados en ciertos aspectos (ortografía y matemáticas, por ejemplo), pero que se niegan a probar otras actividades básicas (montar en bicicleta o ir a pescar, por ejemplo). La familia, sobre todo los padres, deseosa de que su hijo sea más «normal», lo presiona para que participe en actividades sociales; por lo general estos intentos encuentran una fuerte resistencia.
Si bien la imaginación del tipo Cinco puede ser un manantial de creatividad y autoestima, vivir exclusivamente allí le refuerza la ansiedad respecto a sí mismo y al mundo. Los niños Cinco no se limitan tan sólo a ver el mundo que los rodea con sorprendente claridad; también desarrollan ideas respecto a él en sus mentes, facultad que, para bien o para mal, tendrá profundas repercusiones después.
Así, los Cinco no esperan nada de los demás, tan sólo que los dejen en paz para dedicarse a sus intereses, sin que les molesten exigencias ni necesidades de nadie, y mucho menos necesidades emocionales; es como si dijeran: «No pido mucho de ti si tú no pides mucho de mí». Independencia, o tal vez más exactamente no intromisión, es lo que buscan los Cinco para así lograr la seguridad y la sensación de que están al mando de sus vidas. La no intromisión también les da tiempo para desarrollar algo «para aportar» cuando por fin se sienten preparados para conectar con los demás. Por ejemplo, un Cinco podría aprender a tocar el piano ante todo porque le gusta y le permite estar un tiempo solo; también refuerza su autoestima y le da un hueco en la familia. La música es un puente de unión en potencia, pero también una manera de desaparecer: en lugar de hablar con una persona, puede tocar el piano para ella.
Desde el punto de vista psicológico, los Cinco están estancados en la fase infantil de separación, el periodo comprendido entre los dos y los tres años y medio, cuando aprenden a actuar independientemente de sus madres Por los motivos que sean, los niños Cinco creían que la única manera de ser independientes era obligarse a no desear cariño ni contacto emocional con sus madres. Así, a temprana edad, aprendieron a desconectarse de los dolorosos sentimientos de necesidad y anhelo permaneciendo en sus mentes.
Aprender a desconectarse del cariño, incluso a no desearlo, se convierte en una forma de defenderse de más heridas y frustraciones. Esto adquiere mucha importancia para los Cinco adultos y explica su renuencia a involucrarse más emocionalmente con otras personas. Salir de la seguridad de la mente para volver a ocupar el cuerpo y los sentimientos es volver a experimentar la primera frustración y la angustia de sus yo bebés. Esos sentimientos sobrepasan por entero la capacidad de centrar su mente (la base de la seguridad en sí mismos) y por lo tanto se defienden fuertemente de ellos. Incluso desear demasiado algo vulgar podría trastocar su seguridad interior; por lo tanto, los Cinco adultos van por la vida evitando las cosas que más desean, reprimiendo sus deseos y buscando placeres sucedáneos en sus intereses, aficiones y creatividad.
Añado a continuación un breve vídeo explicativo sobre lo que es el enegrama, creado por Jordi Pons, psicólogo de Barcelona, gran conocedor del enegrama, y muy activo en YouTube
Bibliografía
-Durán, C.; Catalán, A.: Eneagrama. Los engaños del carácter y sus antídotos. Ediciones Kairós. Primera edición: 2009.
-Naranjo, C.: Carácter y Neurosis. Una visión integradora. Ediciones La Llave. Primera edición: 1996.
-Don Richard Riso & Russ Hudson: La sabiduría del Eneagrama.
-Moriel, R.: Con los Pies en el Techo (Blog de Rafael Moriel). Eneagrama. http://rafaelmoriel.blogspot.com.es/p/eneagrama_14.html
-Peña, Alberto: Eneagrama: https://www.youtube.com/watch?v=f3quviXrczw
-Pons, Jordi: Eneagrama: http://www.psicologo-barcelona.cat/eneagrama/